miércoles, 5 de agosto de 2015

El maletín.

La acción transcurre en las inmediaciones de una estación de ferrocarril de una gran metrópolis. A pesar de ser Agosto, trabajadores de todos los tipos, formas y colores se mueven de un lado para otro. Los cigarrillos se encienden, las conversaciones casuales florecen, y los pasos se encaminan hacia restaurantes y cantinas; es la hora de comer.

Entre los trajes y los tacones, una figura más avanza hacia la puerta de un gran centro comercial. En su mano, un maletín. Nada le diferencia de la legión de oficinistas que sufre bajo los calores estivales. ¿Qué contendrá ese maletín?, piensa un atareado transportista en su pausa para el almuerzo. Probablemente nada más que aburridos papeles, pliegos de contratación, facturas, informes.

Pero no.

Porque dentro de ese maletín no hay informes ni pliegos, sino el Manual del Jugador de D&D de la 3.5 y el Manual de Monstruos. Poca gente podría imaginarlo, pero es así. 

El intercambio se ha producido en la puerta de ese centro comercial. Poco antes, el propietario del maletín, se distraía viendo en el escaparate móviles inteligentes que no le interesaban, haciendo tiempo hasta la cita con el vendedor. En su maletín, en ese momento, un suplemento de La Llamada de Cthulhu, retractilado y en perfecto estado, no vayan ustedes a pensar.

En el escaparate podía verse un "dron". Uno de estos curiosos helicópteros y/o aviones remotos que nos hacen sentir que el futuro ha llegado por fin, aunque es un futuro de pega. El comprador se sorprende de que los rotores tengan las bobinas expuestas. ¿Podrá volarse una de estas cosas bajo la lluvia, o pondrá en las instrucciones que ni lo intentes?

Por fin se produce el intercambio. Resulta que ambos son fans de Joc y sus antiguos libros; me interesa porque quiero jugarlo con una gente. Tengo 3 campañas activas ahora. Yo más bien es para leerlo. Se lo regalo a mi primo, a quien presté mi copia. El Monster Manual no lo tenía. Pues tengo más. ¿Cuál? Uf, ese no es demasiado bueno. Estaremos atentos, de todos modos.

El calor se incrementa y el aire encima del asfalto tiembla. Las señoras se abanican con cualquier trozo de papel, los señores resoplan y se estiran el cuello de la camisa. Y en un maletín de apariencia seria y anodina habitan sueños sin fin de aventureros descendiendo a las ruinas de maravillosas ciudades hundidas, fosforecentes monstruos de ataques imprevisibles y magia nefaria, joyas que encierran maldiciones milenarias, tomos de leyendas buscados por sociedades secretas de cuentacuentos, magos que cambiaron su inmortalidad por una promesa de poder oscuro, combates entre ejércitos de gigantes, navíos que surcan el espacio entre los mundos...

Cosas así ocurren en la gran ciudad.