Hace
tiempo me vino a la cabeza una idea peregrina. Me di cuenta de algo: la alta disponibilidad
del rol en los tiempos actuales. O lo que es lo mismo, lo fácil que es hoy día
conseguir un juego de rol, y lo no tan fácil que era antes (entendiendo como
“antes” principalmente la época en la que yo conocí el rol, es decir, los
primeros 90).
Como
parte de una comparación, esta entrada tiene algo de queja de abuelo cebolleta,
de aquello de “en mis tiempos si que...” o “vosotros no sabéis como era
cuando...”. Es decir, algo que detesto. Así que aclaro: ahora las cosas son
como son, en mi época eran como eran, y ni por ello somos mejores los jugadores
de los 90 ni peores los de ahora ni nada de nada.
Aclarado
esto, sí que me gustaría dar un par de vueltas a mi idea. ¿Es cierto que para
un chaval que quiera iniciarse en el rol, es más fácil hacerlo ahora? Yo creo
que, siendo objetivos, es así. Dejemos a un lado el tema de los prejuicios que
existían entonces y los que existen ahora, cuando la sociedad es más permisiva
y abierta (en general). Centrémonos sólo en lo fácil que resultaba conseguir un
juego u oír hablar del rol.
Acerca
de conseguir un juego, reconozco que me da un poco de envidia la situación
actual. Para empezar, hay montones de juegos que pueden conseguirse de forma
totalmente gratis. Muchos son muy buenos. Y hay de todos los géneros. Por otra
parte, están todos esos juegos que, sin ser gratis, ofrecen versiones reducidas
o “lite” de sus reglas (y ambientaciones) totalmente gratis.
Joc nos daba mucho con lo que jugar, pero a veces "mucho" no es suficiente (impresionante foto tomada de RoleQuest) |
No sólo
eso, sino que alguien que decida meterse en el rol hoy día, tiene la
oportunidad de disfrutar de alguno de los clasicazos (como Dungeons and Dragons
o RuneQuest) de forma también gratis a través de las versiones “abiertas” que
sus creadores o editores han decidido regalar al mundo (ver retroclones o SRD
de RuneQuest).
Dentro
de los de pago, hay juegos muy respetables por un precio asequible. En nuestra
época, los manuales básicos no solían bajar del equivalente a 15 euros. Los
módulos y suplementos variaban entre los 9 y 15 euros. Una cifra que resultaba
inasequible para el chaval medio de 15 años que se iniciaba en el hobby. Ahí
los clubes resultaban esenciales, porque te permitían tener acceso a juegos que
de otra forma quizá nunca hubieras conocido, por ser muy caros, poco atractivos
o por no estar dispuesto tu grupo de amigos a poner dinero en común para
comprarlos porque trataban una ambientación o un sistema que no era del gusto
de la mayoría.
El
número de juegos en general también ha aumentado, incluyendo los gratuitos y
los muy baratos. Hay de todo; juegos más serios, menos serios, más complicados,
más fáciles, de cualquier ambientación imaginable. Precisamente esta superabundancia
de juegos puede ser un problema. Para el que se inicia, puede ser difícil
elegir. Y más difícil aún encontrar con quién jugar (o convencer al grupo de
amigos para probar a tal o cual juego... recordemos cómo a veces era difícil
encontrar gente dispuesta a probar algunos juegos, y eso que la oferta en
nuestra época no era tan extensa). Pero son problemas que no me parecen tan
graves. Hasta existen páginas como ésta de Eric Garrison con índices que pueden ayudar a seleccionar el
juego, clasificándolos por temáticas.
Por cierto,
que en todo lo escrito hasta el momento me refiero a usar canales legales para
hacerse con los juegos. Ni hablamos del que decida usar canales más
cuestionables: el acceso a rol de todas las épocas, países y ambientaciones es en
ese caso casi ilimitado.
Hasta
aquí la reflexión. Pero surgen ahora varias preguntas. Como colofón, me
centraré en dos: si en esta época es (mucho) más fácil que en la nuestra
conseguir material para jugar, ¿se juega más ahora? La pregunta, aplicable en
general al mundo rolero, me parece más interesante si la circunscribimos al
tema de los comienzos en la afición. ¿Juegan más los chavales al rol ahora que
en los 80-90? Y si la respuesta es que no, en lugar de preguntarnos por las
razones (cosa de la que se ha hablado ya mucho), podríamos plantearnos qué podría
hacerse para que jugasen más.
Gente pasándolo bien sin meterse con nadie y sin gastar apenas luz. |
Sobre
la primera pregunta hemos pensado y hablado todos los jugadores de cierta edad.
Parece claro que sí, se juega. Pero no está claro si se juega más. Más bien
tenemos la impresión de que es al contrario. Hay más oferta pero parece que el
porcentaje de jóvenes que juega no ha crecido en proporción. Realmente no hay
datos objetivos sobre esta afirmación, pero podemos darla por válida a partir
de “datos empíricos”: de los jóvenes entre los 14 y los 18 años (por poner unas
edades), que conozcamos, ¿cuántos juegan o han jugado al rol, que sepamos?
Sobre
la segunda pregunta, y suponiendo que esto del rol nos parece tan divertido y
positivo que nos parecería poco ético que siguiese desconocido para los
chavales y chavalas de las edades mencionadas, ¿qué podemos hacer para propagar
este hobby?
Las
respuestas posibles son muchas, y en gran medida, como siempre que aparece una
cuestión que requiera realizar un esfuerzo, hay que elegir entre tomar una
actitud activa o una que podríamos llamar “menos activa” (sin querer criticar
ninguna de ellas).
Dentro
de las actitudes “menos activas”, una de las más frecuentes independientemente
del asunto al que se refieran se suele materializar en la afirmación “esto que
lo haga aquél de quien sea responsabilidad”. Y no es mala propuesta, que para
eso somos ciudadanos que pagamos impuestos (y no pocos). Es decir, por ejemplo:
que colegios y centros educativos se informen sobre las virtudes del rol en la
educación y las apliquen. Lo cierto es que no estaría nada mal que los
responsables de educación, concejales de juventud, etc. (y ya de paso los
medios de comunicación) hicieran el pequeño esfuerzo de informarse de forma
objetiva sobre el rol y empezasen a:
- los
medios de comunicación, a hablar de ellos como una opción más de ocio. Con
rigor y propiedad.
- los
responsables de educación, a utilizarlos para fomentar el uso de la
imaginación, la resolución de problemas y otras habilidades sin recurrir
necesariamente a la competitividad.
En Dinamarca los juegos de rol son un método más para educar y divertir a los más jóvenes. |
En el
primer borrador de esta entrada, escribí un poco sobre la segunda opción, la de
tomar un papel un poco más activo. Pero por mucho que lo intenté, me parecía
que lo que escribía tenía un tono de “evangelización del rol” que no reflejaba
bien lo que quería expresar. Así que lo dejaré en que al menos tratemos de
mantener la dignidad de nuestra afición no permitiendo comentarios que lo
denigren, por ejemplo. Aunque sólo sea por respeto hacia nosotros mismos. Aquel
que quiera ir un poco más lejos e intentar dar a conocer nuestra afición
mediante jornadas, partidas improvisadas a conocidos o familiares, etc,
merecerá todos mis elogios, claro está. Y por supuesto, aprovechemos la época
en la que vivimos y procuremos disfrutar (y hacer disfrutar) de toda esa
maravillosa explosión de juegos tan al alcance de nuestras manos.